Entre la inocencia de la infancia y la edad de la madurez, encontramos una criatura encantadora llamada niño.
Los niños vienen en diferentes medidas, pesos y colores, pero todos tienen el mismo credo: disfrutar cada segundo de cada minuto, de cada hora de cada día y de protestar ruidosamente (su ultima arma) cuando el último minuto se termina y los padres los meten a la cama.