El Herrero


Había una vez un herrero quien dio su corazón a Dios. Aun consiente de que había mejorado sus normas de vida, el no estaba prosperando materialmente. Si no que parecía que desde el tiempo de su conversión habían aumentado sus problemas, aflicciones y perdidas. Todo parecía estar mal.

Un día, un amigo quien no era cristiano, se paro en su taller para hablar con el. Simpatizando con el en algunas de sus pruebas, el amigo dijo: “Se me hace raro tantas aflicciones pudieran pasar sobre tí, en el preciso momento cuando tu te has convertido en un sincero cristiano, claro que yo no quiero debilitar tu fe en Dios, o algo semejante. Pero aquí estas, amas a Dios y le obedeces, pero parece que las cosas se ponen peor. No puedo entender porque”. 

El herrero no respondió inmediatamente y fue evidente que estaba meditando … pero finalmente él dijo:

“Tu ves el hierro que tengo aquí, para hacer herraduras. ¿Sabes lo que hago con esto? Tomo un pedazo, lo pongo en la lumbre hasta que esté al rojo vivo, luego lo amartillo sin misericordia para DARLE FORMA, como yo se que tiene que estar.
Después lo sumerjo en agua fría para templarlo. Después lo caliento otra vez y lo amartilleo mas. Y esto hago, hasta terminarlo”.

“Pero algunas veces yo encuentro un pedazo de hierro que no aguanta el tratamiento. El calor, el martilleo, el agua fría es mucho para el. No se porque rechaza el progreso y se que nunca llegará a ser una buena herradura”.

El herrero apuntó a un montón de fierro desechado que estaba cerca a la puerta de su taller y dijo: “Cuando yo tengo un pedazo de hierro que no quiere tomar forma o ser templado, lo tiro al montón de desperdicio. Nunca sera bueno para nada”.

“SE QUE DIOS ME HA MANTENIDO EN EL FUEGO DE LA AFLICCIÓN Y HE SENTIDO SU MARTILLEO SOBRE MI. PERO NO ME IMPORTA SIN TAN SOLO, PUEDO TOMAR LA FORMA QUE EL DESEA. Así que en todas estas cosas difíciles mi oración es sencillamente …. PRUEBAME EN CUALQUIER MANERA QUE DESEAS SEÑOR, ÚNICAMENTE NO ME AVIENTES AL MONTÓN DE DESPERDICIO”.

Lynell Waterman