Jactarse


 El élder Neal A. Maxwell nos advirtió que debemos reconocer el poder del Padre Celestial antes que el nuestro propio: “Antes de gozar la cosecha de los esfuerzos rectos, reconozcamos por tanto en primer lugar la mano de Dios. De lo contrario, aparecen las excusas, entre ellas: ‘…Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza’ (Deuteronomio 8:17); o bien, nos ‘jactamos’ como lo habría hecho el antiguo Israel (excepto el deliberadamente pequeño ejército de Gedeón), vanagloriándonos y diciendo: ‘…Mi propia mano me ha salvado’ (Jueces 7:2). El jactarnos de nuestra propia ‘mano’ hace doblemente difícil el confesar la mano de Dios en todas las cosas (véase Alma 14:11; D. y C. 59:21)” (véase Liahona, julio de 2002, págs. 40–41).